Las más recientes estadísticas de accidentes de trabajo (ATR) publicadas por el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social de España registran una cifra insostenible de siniestralidad: 572.448 accidentes laborales con consecuencias de baja laboral. Este dato supone un incremento de 17.9%, con relación al mismo periodo del año 2021. Estas cifras subrayan que sigue habiendo asignaturas pendientes ante la tarea de mejorar las condiciones de prevención y seguridad en los espacios de trabajo. Y es que, ante un accidente laboral, no sólo la calidad de vida de los trabajadores se ve afectada, también la productividad y rentabilidad de las empresas sufren una merma. Esto deja en evidencia la necesidad de acometer mejoras.
La tecnología complementa la seguridad laboral tradicional, no la sustituye
Tradicionalmente, gran parte de la seguridad laboral para los trabajadores de recintos industriales, plataformas logísticas, puertos o aeropuertos ha sido encomendado a elementos pasivos (barandillas, pivotes, barreras, espejos…). Este tipo de material, aunque cumpla con su función, reúne diversas desventajas como son la no cobertura de ángulos ciegos –en el caso de los espejos-; la permanente necesidad de presencia humana –ya sea presencial o remota- en labores de comprobación ante elementos como las barreras de acceso; imposibilidad de que el elemento supervise y auto diagnostique su propia eficacia.
Sin abandonar los elementos y herramientas de seguridad tradicionales como pueden ser espejos de seguridad, vallas delimitadoras, reductores de velocidad, protectores estructurales y bolardos van a seguir siendo necesarios-, estas deben ser combinadas con otras desarrolladas a partir de nuevas tecnologías, novedosos conceptos diseñados en torno a la digitalización de los espacios, la interconexión de los elementos de seguridad o la instalación de componentes inteligentes equipados con tecnologías como la Ultra Wideband para evitar atropellos.
Para implementar con éxito la innovación en los sistemas de seguridad actualmente en uso es necesario optar por una integración de tecnologías tradicionales y modernas, evitando la idea de la renovación completa. Las nuevas tecnologías no sustituyen, en muchos casos, a las ya existentes sino que las complementan; ambas suman, mejorando las condiciones de seguridad del entorno laboral.
La suma de tradición e innovación, en el campo de la seguridad laboral, permite resolver problemas que hace tan solo algunos años eran imposibles de afrontar. Y lo mismo puede decirse de situaciones que antes era difíciles de gestionar y que ahora se han hecho rutinarias y de fácil solución. Por ejemplo, en el campo de la vigilancia y supervisión de trabajadores en solitario, la tecnología actual permite tener localizado a un operario en zonas sin cobertura. Ciertos mecanismos de seguimiento actuales también ofrecen la posibilidad de proteger a personas que tienen que manejar maquinaria móvil en fábricas o áreas de trabajo, evitando accidentes y minimizando posibles impactos.
Lo que suma la tecnología, de elementos pasivos a sistemas activos de seguridad
Resulta evidente que el uso de tecnología de última generación (sensores, microchips, bluetooth, interconectividad de dispositivos…) en el campo de la seguridad laboral cubre estas lagunas, suponiendo un importante incremento en los niveles de seguridad, en un momento en el que la automatización de tareas gana terreno frente al trabajo físico.
La tecnología, aplicada a la seguridad industrial, está desarrollando soluciones para problemas a los que los elementos pasivos no pueden dar respuesta da manera completa. Son cuestiones derivadas de, por ejemplo, el uso cada vez más frecuentes de robots sin supervisión humana dentro de las instalaciones industriales. Instrumentales y equipos de trabajo, cada vez más sofisticados y autónomos, requieren elementos de seguridad cada vez más sofisticados y autónomos.
Nuevos desarrollos, nuevos riesgos
La seguridad industrial de una plataforma logística construida a finales del siglo XX y comienzos del XXI podía ser gestionada a través de elementos pasivos (tampoco había otra opción). En una instalación construida según los cánones de la cuarta revolución industrial –o Industria 4.0- esto resultaría simplemente inviable. Y es que los sistemas de fabricación y almacenaje actuales, basados en el trabajo de máquinas automatizadas y robots, han permitido una reducción en los niveles de siniestralidad en los recintos industriales. Sin embargo la irrupción de cierta tecnología como los vehículos autónomos AGV o AMR, han introducido un nuevo y creciente reto de seguridad en la gestión del tráfico mixto entre AGV, montacargas, y trabajadores.
Algunos ejemplos de esta renovación de equipamientos son:
- Utilización de sistemas de detección de operarios e identificación que sustituyen a los vallados y cerramientos perimetrales para minimizar los riesgos de atropello o acceso a zonas peligrosas.
- Robots colaborativos que pueden sustituir a otros sistemas permitiendo la presencia simultánea de operarios y máquinas en el mismo entorno de trabajo.
- La realidad virtual y realidad aumentada pueden guiar con seguridad la realización de operaciones de reparación, mantenimiento la regulación de sistemas peligrosos o que pueden generar riesgos si no se realizan correctamente.
- Exoesqueletos y sistemas de ayuda a la manipulación reducen riesgos de tipo ergonómico.
El reto de la movilidad
Desde simuladores de carretillas elevadoras, que minimizan los riesgos en los que incurren los operarios, a técnicas de realidad virtual y realidad aumentada para ayuda a la realización de operaciones peligrosas. La seguridad laboral, en la segunda década del siglo XXI, está aplicando nuevos enfoques para afrontar un elemento común de muchos accidentes: la movilidad de sus actores.
De los accidentes graves durante la jornada laboral en el centro de trabajo, ocurridos el año pasado, 4.733 fueron con objetos en movimiento, por choque o colisión. La movilidad de personas y maquinarias es el punto ciego de las medidas pasivas de protección. Por esta razón se hace necesario que las empresas inviertan, en tiempos de la industria 4.0, en medidas de protección activas e interconectadas (calzos inteligentes, empleo de tecnología Ultra Wideband…) que han de permitir la reducción de las cifras de siniestralidad.